11/11/2022

Trabajo y familia. ¿Un proyecto de vida?

Es necesario un cambio en el que las relaciones se articulen como un engranaje que permita el pleno desarrollo de las personas en este mundo.

El epígrafe 294 del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia nos dice: El trabajo es «el fundamento sobre el que se forma la vida familiar, la cual es un derecho natural y una vocación del hombre. El trabajo asegura los medios de subsistencia y garantiza el proceso educativo de los hijos. Familia y trabajo, tan estrechamente interdependientes en la experiencia de la gran mayoría de las personas, requieren una consideración más conforme a la realidad, una atención que las abarque conjuntamente, sin las limitaciones de una concepción privatista de la familia y economicista del trabajo. Es necesario para ello que las empresas, las organizaciones profesionales, los sindicatos y el Estado se hagan promotores de políticas laborales que no perjudiquen, sino favorezcan el núcleo familiar desde el punto de vista ocupacional. La vida familiar y el trabajo, en efecto, se condicionan recíprocamente de diversas maneras. Los largos desplazamientos diarios al y del puesto de trabajo, el doble trabajo, la fatiga física y psicológica limitan el tiempo dedicado a la vida familiar; las situaciones de desocupación tienen repercusiones materiales y espirituales sobre las familias, así como las tensiones y las crisis familiares influyen negativamente en las actitudes y el rendimiento en el campo laboral”.

Cuando observamos los horarios comerciales de los grandes y pequeños establecimientos comerciales o de ocio, que proporcionan empleo a más del 60% de la población de nuestra provincia, y lo contrastamos con la organización de las jornadas laborales de los trabajadores, deberíamos preguntarnos: ¿qué tiempo me/les queda para hablar con mi/su pareja e hijos? ¿O para atender a mis/sus mayores?

Por otro lado, ¿puede existir un proyecto familiar para una pareja joven con una tasa de desempleo del 28% y una amplia inestabilidad laboral?

¿Cómo afronta una economía familiar una constante pérdida de poder adquisitivo, con una presión continua para no aumentar los salarios para hacer frente a la inflación, como si el esfuerzo debiera recaer siempre sobre los mismos?

El Dr. Santiago Echevarría, prestigioso economista de la Universidad de Alcalá, hace referencia a la necesaria “recuperación de la persona y su dimensión social, recuperando el impacto del bien común, lo que es básico para el desarrollo de las personas y de las instituciones” y advierte del hecho de que la persona como realidad económico y social “ha pasado a segundo plano, lo cual ha deteriorado seriamente las relaciones sociales”.

Por consiguiente, observamos como consecuencia del “actual sistema de organización laboral” una profunda crisis moral, económica y social que trae graves consecuencias: desarraigo familiar y social, violencia en el hogar, deshumanización de las relaciones económicas, aporofobia y cultura del descarte.

Es necesario por tanto un cambio, en el que las relaciones persona/familia/trabajo/sociedad se articulen como un engranaje que permita el pleno desarrollo de las personas en este mundo.

La Doctrina Social de la Iglesia no es un programa electoral, es una referencia en la cual la creatividad social se puede enmarcar para buscar alternativas que construyan un mundo mejor, en el que Dios reina y existe un “pan nuestro” para la humanidad entera.