17/12/2024
¿Seguimos mirando para otro lado?
Alicante, con su encanto mediterráneo, esconde una dura realidad en sus noches: personas sin hogar enfrentándose al frío y la indiferencia
Alicante, con sus días de sol y su apariencia de paraíso mediterráneo, guarda en sus noches un rostro que muchos prefieren no mirar. En rincones oscuros, bajo puentes o portales de edificios, hay hombres, mujeres e incluso familias que se enfrentan a algo que jamás debería ser parte de la vida: el frío de la indiferencia.
El invierno, aunque leve comparado con otros lugares, se clava igual en los huesos de quienes no tienen un techo. No es solo el frío físico, es el del abandono, el que hiela más profundamente. Pasamos junto a ellos, con nuestras manos en los bolsillos y el abrigo cerrado, sin detenernos a pensar qué significa pasar la noche sin refugio. Nos quejamos del viento que cala mientras ellos luchan por mantenerse vivos.
¿Cómo hemos llegado aquí? ¿En qué momento se convirtió en algo normal ver a alguien durmiendo en la calle y seguir caminando? Los cartones no son colchones, las mantas raídas no son suficientes, y la compasión fugaz que sentimos no basta. Miramos para otro lado porque mirar de frente duele. Porque aceptar esta realidad nos obligaría a cuestionarnos a nosotros mismos, nuestras prioridades y las fallas de una sociedad que permite que esto ocurra.
Es fácil decir que es un problema del sistema, que no hay recursos, que ellos eligieron ese destino. Pero esas son excusas que deshumanizan y perpetúan el problema. Nadie debería tener que elegir entre la dignidad y la supervivencia. Nadie debería quedarse en la calle porque no encaja en las soluciones que ofrecemos.
Alicante, con toda su belleza, no será verdaderamente grande hasta que se reconozca como un hogar para todos. Las cifras importan, pero las personas más. ¿Qué hacemos nosotros, como comunidad, como vecinos, como seres humanos? La protesta debe empezar en nuestros corazones y traducirse en acciones, ya sea donando, siendo voluntario o exigiendo a las instituciones públicas que trabajen para proteger a los más vulnerados.
El frío no espera, y ellos tampoco pueden esperar más. Dejemos de mirar hacia otro lado. Construyamos una Alicante donde nadie, absolutamente nadie, se enfrente a la noche sin un lugar al que llamar hogar.