17/12/2020

Relación de la Eucaristía con la vida

Distinguimos entre el medio y el fin. El medio es lo que sirve para llegar al fin, pero lo importante es el fin.

El matrimonio no es un medio para sentirse realizado, sino un fin para darlo todo.

Los que se casan viven para su pareja, no utilizan a su pareja para sus intereses, o sus ideas, ni incluso para su realización personal, o para sentirse bien.

Lo que se comparte en el matrimonio es la manifestación de lo que es el matrimonio, de la fe en la otra persona, de la entrega a la otra persona, por la que se ha optado a partir de la motivación del amor y del compromiso con la pareja. No por las cualidades, ni por la bondad de la pareja.

A partir de lo que hemos dicho del matrimonio, vemos que la Eucaristía, no es un medio para llenar un espacio, sino un fin. No es: para hacer bien un entierro, o para celebrar bien una, o para hacer bien una fiesta haremos una Misa. Hemos de pensar que: la Misa es lo que tiene que ser un matrimonio, es lo que le da sentido a la muerte, lo que se ha de vivir en una fiesta. La Misa es fin, no es medio. VEAMOS LO QUE ES EN SÍ LA MISA.

 

¿QUÉ ES LA MISA?

El esquema y perfil de la Eucaristía en un es un perfil matrimonial.

Según el pensamiento de Jesús, la Eucaristía y su participación en ella, es infinitamente más que un rito, o un acto de culto, o una práctica cultural y religiosa… y menos un objeto de consumo, o un medio para llenar una festividad religiosa.

Lo que más nos puede ayudar a comprender lo que Jesús piensa y quiere en la Eucaristía, es el matrimonio y la relación matrimonial.

Toda la vida de convivencia y la relación íntima de los esposos, no se puede llamar ni rito, ni costumbre, ni rutina, ni utilización interesada, ni otras cosas por el estilo…

La convivencia matrimonial, si es verdadera, es compartir la vida, los bienes, la acción, el cuerpo y el alma, DESDE EL AMOR Y LA ENTREGA TOTAL A LA OTRA PERSONA…

El matrimonio es amor, y por amor se entrega la vida, los bienes, el cuerpo y el alma…

Estas palabras son expresiones y quieren ser aproximaciones, que apuntan, que quieren expresar la entrega infinita e incondicional que Jesús realiza en la Eucaristía a todos y a cada uno de nosotros… En la Eucaristía Jesús se entrega a todos y a cada uno de nosotros, en cuerpo y alma.

La Eucaristía es la vida, la muerte y la resurrección de Jesús. En ella Jesús se entrega a todos y a cada uno de nosotros, y, para dejar clara esa entrega, se hace nuestro alimento y nuestra vida. ES MUY IMPORTANTE CREER QUE JESUS SE HACE PRESENTE Y QUE TAMBIÉN SE HACE PRESENTE SU MUERTE Y SU RESURRECCIÓN.

La Eucaristía no es sólo recuerdo, oración y conmemoración, sino presencia y acontecimiento, de la vida, muerte y resurrección de Jesús.

La Eucaristía se puede celebrar con devoción, con solemnidad, con fiesta, con muchos cantos, con muchas luces y mucha elegancia…

Pero lo importante es: QUE LA EUCARISTÍA SE COMPRENDA BIEN Y SE CELEBRE CON MUCHA FE. Cuando no se celebra con fe, no se experimenta lo que es y lo que significa la Eucaristía.

Podría ser que el exceso de medios, de fiesta y de solemnidad, dificultara la fe e impidiera la experiencia profunda de lo que es la Eucaristía.

También el descuido de medios y de preparación, la rutina y la superficialidad nos puede dejar sin la experiencia de lo que es la Eucaristía.

Es importante optar, desde la fe, por la sencillez, sin quitar fiesta, alegría, solemnidad y otras cosas, con el fin de que podamos centrarnos en lo que es la Eucaristía y experimentar lo que es un encuentro profundo con Jesús: Una alianza matrimonial con él.

En la Eucaristía, Jesús se entrega a nosotros, nosotros nos entregamos a él. Él nos da su persona y su vida, nosotros le damos nuestra persona y nuestra vida a él. Él se compromete con nosotros, nosotros nos comprometemos con él.

¿Tiene relación el matrimonio con la vida de cada uno de los miembros de la pareja? ¿Tiene relación el matrimonio con los hijos, el trabajo, la vida en la sociedad? Pues esta es la relación de la Eucaristía con la vida.

 

RELACIÓN DE LA EUCARISTÍA CON NUESTRA VIDA Y DE NUESTRA VIDA CONLA EUCARISTÍA

La Eucaristía, si la comprendemos y la celebramos con fe, hace que nuestra vida sea eucarística, hace nuestro matrimonio eucarístico, nuestro trabajo eucarístico, nuestras relaciones sociales eucarísticas.

Si la Eucaristía es el don y la entrega de Jesús a cada uno y a la comunidad que la celebra, esa celebración nos hace don y entrega a cada uno y a la comunidad que la celebramos. Hace que nuestra vida sea: TOMAD Y COMED ESTO ES MI CUERPO, TOMAD Y BEBED ESTO ES MI SANGRE.

La Eucaristía hace que nuestra vida familiar sea don gratuito de unos a otros, que nuestro trabajo sea un don de nuestra vida, a las personas para las que trabajamos, que nuestra pertenencia a la Iglesia y al grupo que celebramos la Eucaristía, sea un don, una entrega a la Iglesia y al grupo.

Venimos a hacernos don, entrega, donación de nuestra vida, compartir de nuestros bienes, nuestra vida y nuestra acción.

Cuando vivimos la Eucaristía, desaparece de nuestra vida la comodidad, el egoísmo, el interés, el afán de sobresalir, y comienza a mover toda nuestra vida el amor, la entrega, el compromiso que nace del amor, la solidaridad, el servicio, la cercanía, la confianza, la verdadera amistad.

Vivir la eucaristía es entrar y comprometerse en un proceso de conversión y de transformación total de nuestra vida a todos los niveles, para que nuestra vida se convierta en Eucaristía.

Cuando nuestra vida sigue igual, y no cambia en nada, o muy poco, es porque no hemos celebrado la Eucaristía, hemos hecho un acto religioso, una costumbre, nos hemos quedado más o menos bien…pero no hemos vivimos la Eucaristía en su alcance y su sentido.

En la Eucaristía se hace mención de nuestro trabajo, y junto con nuestro trabajo de toda nuestra vida. El fruto de nuestro trabajo se convierte en el cuerpo de Jesús. Esto quiere decir que vamos a la Eucaristía a convertirnos en Jesús.

En la Eucaristía hay dos consagraciones, o una consagración que afecta dos realidades: SE CONSAGRA EL PAN Y EL VINO, Y SE CONSAGRA LA ASAMBLEA.

Desde que entramos en la Iglesia y comenzamos la celebración, entramos en un acto de consagración. Nos consagra la Palabra que escuchamos, nos consagra el credo y las demás oraciones, nos consagran las palabras de la Jesús en la cena, nos consagra el Padrenuestro, y al recibir la comunión entregamos nuestra vida a Jesús para que la transforme, la consagre.

Cuando salimos de la Misa sin consagrar, es porque no hemos estado en la Misa, no la hemos comprendido, hemos hecho otra cosa distinta de la Eucaristía…

Nos bautizamos para unirnos a Cristo, para ser el cuerpo de Cristo, para morir y resucitar con él, pensar como él, trabajar con él y vivir en él.

La comunidad se convierte en el cuerpo de Cristo. Y, aunque no lo sepa, la humanidad también si convierte y es cuerpo de Cristo, aunque no viva desde ese ser cuerpo de Cristo.

Nuestra relación con cada persona, con la comunidad cristiana y con toda la sociedad ha de ser la misma que tiene Cristo con nosotros, será un TOMAD Y COMED ESTO ES MI CUERPO.

Como vemos, la vida y la Eucaristía, forman una sola cosa. La Eucaristía transforma la vida, la vida se convierte en eucaristía.

Cuando no influye la una en la otra, es porque no se vive la vida, o no se vive la Eucaristía…

Hemos de hacer cada uno una reflexión a fondo sobre nuestro bautismo, sobre nuestra vida cristiana y sobre nuestra vivencia de la Eucaristía.

 

CONDICIONES QUE HACEN FALTA PARA CELEBRAR LA EUCARISTÍA ¿QUÉ SE NECESITA PARA CELEBRAR LA EUCARISTÍA COMO JESÚS QUIERE?

Que se comprenda bien lo que se está celebrando, que se sepa lo que se está haciendo

Que todos tengan claro a qué les compromete, que no sea sólo celebrarla con devoción.

Que todos unan totalmente la celebración y su vida a todos los niveles

Que se pongan en camino de eucaristizar su vida

Que se dejen transformar por Jesús, que se dejen configurar por el Espíritu Santo

Que, lo mismo que Jesús, se hagan pan para los demás.

Que los que la celebran formen una comunidad

Que estén dispuestos a compartir los bienes, la vida y la acción

 

LA PREPARACIÓN DE LA EUCARISTÍA ¿CÓMO PREPARAR LA EUCARISTÍA?

Si una cosa es importante, y si le damos importancia, la preparamos bien, y ponemos todos los medios para que eso que vemos importante, se realice de la mejor manera posible.

Preparar la celebración de la Eucaristía, no es sólo leer y comprender las lecturas, confesar de los pecados que tengamos, llegar puntual o un poco antes…

Se trata de vivir en nuestra vida la entrega de Jesús, una vida que, a pesar de sus defectos, esté movida por el amor desinteresado, y por la apertura a todos…

Vivir una vida marcada por la solidaridad y la fraternidad, que lleva una dirección de compromiso con los más pobres, con todos los que sufren. LA EUCARISTÍA DE PREPARA CON LA VIDA.

Vivir una vida comprometida en la vivencia de la comunión con todos, en actitud de diálogo y de buena comunicación con todos.

Recordemos lo que dice el Señor: Si cuando vas a presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de algún hermano tiene quejas contra ti. Deja tu ofrenda, vete a reconciliarte con tu hermano y después vuelve a presentar tu ofrenda.

 

RELACIÓN DE CARITAS CON LA EUCARISTÍA ¿QUÉ SIGNIFICA OFRECER AYUDA Y OTRAS COSAS?

El Señor, en la Eucaristía, no nos da comida material, ni nos da sólo su cuerpo y su sangre… Jesús nos da su persona y su vida. Darnos sólo su cuerpo sería muy poco.

La Eucaristía es un compromiso total de la persona de Jesús, con cada uno y con la comunidad que la celebra.

La Eucaristía no es darse en el momento de la celebración, sino comprometerse con todos para siempre, para vivir con todos y caminar con todos, compartiendo la vida con todos.

La Eucaristía no es un acto, es un compromiso, es un matrimonio, es una alianza de amor.

Jesús, con los panes y los peces que tenía en su comunidad, dio de comer a todas las personas que le seguían, pero lo que él quería no era sólo alimentarlos materialmente. Su objetivo, lo que él quería, era darles su cuerpo y su sangre como les dijo después, cuando volvieron a verlo en Cafarnaúm, como vemos en el capítulo 6 de San Juan.

Nunca que Jesús curaba a un enfermo le daba sólo la salud del cuerpo. Le daba mucho más, su amor, su entrega, su compromiso con todo lo que necesitara.

Se notaba que los curados por Jesús habían recibido mucho más que la salud del cuerpo, o la salud psicológica, cuando eran trastornos mentales lo que tenían.

Jesús les daba una nueva vida, los integraba en la comunidad para que vivieran como todos, con dignidad humana como todos.

Jesús dijo que su misión, al venir a este mundo era: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor».

La misión fundamental de Jesús era liberar a las personas y ayudarles a vivir con dignidad, ofrecer a todos el infinito amor de Dios, que se sintieran queridas, comprendidas y aceptadas, que encontraran su dignidad.

Y para eso él se hace una persona como nosotros, comparte nuestra vida, se hace pobre y se pone en el último lugar, entrega su vida sin esperar nada a cambio y llega a hacerse alimento para todos.

 

PARA REFLEXIONAR PERSONALMENTE Y EN CADA EQUIPO DE CARITAS PARROQUIAL

¿Cómo suelo preparar la Eucaristía?

¿Cómo la celebro y cómo la vivo?

¿Hasta qué punto dejo que Jesús convierta mi vida en Eucaristía: Donación, compromiso, cercanía, comunión, amor?

¿Qué pienso hacer para que mi vida y mi compromiso en Caritas se convierta en Eucaristía?