26/11/2022

Portadores de una Buena Noticia

Mensaje de nuestro Delegado Episcopal para el Adviento

 

En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, mandó a sus discípulos a preguntarle:
    «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?».
Jesús les respondió:
    «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo:
    los ciegos ven, y los cojos andan;
    los leprosos quedan limpios y los sordos oyen;
    los muertos resucitan
    y los pobres son evangelizados.
    ¡Y bienaventurado el que no se escandalice de mí!».
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan:
    «¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Mirad, los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta?
Sí, os digo, y más que profeta. Este es de quien está escrito:
        “Yo envío mi mensajero delante de ti,
        el cual preparará tu camino ante ti”.
En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él». (Mt 11,2-11)

 

Comenzamos un nuevo año litúrgico, vamos preparando nuestro corazón para la venida del Señor y recibimos como un precioso regalo la Palabra que el mismo Dios nos propone en estos días.

En este tiempo aparece el profeta Isaías, anunciando al pueblo de Israel la llegada del Salvador, que vendrá a instaurar la justicia y la paz. Es un mensaje lleno de esperanza para un pueblo decaído, que atraviesa un momento difícil.

También san Juan Bautista anuncia la proximidad del Mesías, de Jesucristo. En el Evangelio de Mateo aparece la invitación que se nos hace a nosotros también hoy: Id y anunciad lo que estáis viendo y oyendo. Este podría ser un buen programa de vida para este Adviento. Tenemos la necesidad de comunicar a nuestro mundo un mensaje lleno de esperanza, que se manifiesta en nuestra vida. Y no podemos quedarnos en conceptos o teorías, sino que estamos llamados a compartir nuestra propia experiencia de Dios. Estoy convencido que, también en Cáritas, contemplamos muchos milagros cada día, que son signo de la presencia del Señor. Y Dios sigue contando con nosotros para poderlos realizar de nuevo.

Cada uno de nosotros, que formamos esta gran familia de Cáritas, podemos ser como Isaías, como el Bautista: portadores de una Buena Noticia. Y seguramente lo más llamativo podría ser que no lo comuniquemos con las palabras, sino con las obras, con nuestra propia vida.

Que este tiempo sea de verdad un tiempo para crecer en esperanza y que podamos ser un auténtico signo de la misma en nuestra sociedad.