11/12/2023

Mi lugar amazónico

Una relación histórica con el saber campesino en el cuidado de la casa común

En medio de la Cop28, la atención mundial se centra en las discusiones sobre el cambio climático. Este fenómeno ambiental es un desafío global que impacta de manera significativa en aspectos ambientales, sociales y económicos. Los países en desarrollo, particularmente, enfrentarán los peores efectos en las próximas décadas. Las comunidades vulnerables, cuyos medios de subsistencia dependen de recursos naturales, se verán especialmente afectadas por fenómenos relacionados con el calentamiento, como la agricultura, la pesca y los recursos forestales (Papá Francisco en el Laudato Si).

Hablar de la casa común es traer a la memoria la relación que la población amazónica tiene con la naturaleza, con la lucha por la defensa del bien común, y las disputas por el territorio. Las comunidades amazónicas han estado históricamente amenazadas por la falta de políticas públicas que les permitiera poder vivir con dignidad. Además, el modelo de producción capitalista no solo niega los derechos básicos, sino que obliga a los campesinos y campesinas a dejar sus tierras y trasladarse a los centros urbanos. Los jóvenes abandonan el campo para estudiar o estudian para dejar el campo.

Ante la coyuntura actual, el trabajo que desempeña Cáritas en varias regiones, en este caso en la región Bragantina (norte de la Amazonía brasileña) representa un papel único en la vida de cientos de agricultores y agricultoras familiares. En el municipio de Bragança (Estado de Pará), la agricultura familiar es responsable del abastecimiento de la ciudad, garantizando gran parte de los alimentos consumidos en las mesas de las familias. Pero la falta de inversiones para fortalecer la agricultura familiar, el agotamiento del trabajo diario por la escasez de mejoras para la vida en el campo, y la devaluación de la producción agrícola conlleva la pérdida de población rural. Sin embargo, gran parte de la agricultura de esta región se produce de forma sostenible, sin el uso de pesticidas ni venenos, como la que se vende en Feria de la Agricultura Familiar, que lleva 14 años funcionando en Bragança, aunque representan a pocas familias en comparación con la población total. Todo ello, nos lleva a preguntarnos: ¿Cómo podemos contribuir a fortalecer la agricultura familiar?

Cuando hablamos de la Feria de la agricultura familiar en Bragança, estamos hablando de un tipo de agricultura a pequeña escala que refleja la relación de las personas con la naturaleza, marcada por un sentimiento del cuidado. Esta identidad se construye día a día, y requiere de un conjunto de aspectos que contribuye de manera significativa a esa forma de convivencia, representada por la espiritualidad, la mística, las experiencias de cooperación, la vida comunitaria, la familia y las costumbres locales, que también son importantes. La relación de estas personas con la tierra, con los medios de trabajo y sus conocimientos de las formas de trabajar y producir son diferentes de las de otros trabajadores que siguen la lógica del monocultivo y del agronegocio. La agricultura familiar produce su propio alimento y alimenta también a la comunidad.

En los últimos años, Cáritas en la diócesis de Bragança, junto con otras organizaciones como EMATER[1] y el Sindicato de Trabajadores y Trabajadoras Rurales, ha estado trabajando con el objetivo de formar y concienciar a los agricultores familiares de la región sobre los grandes proyectos del agronegocio que se están consolidando en la región, con la consecuente destrucción de la selva, trayendo pobreza y esquilmando los ríos. Cáritas desempeña un importante papel en los programas de formación en la región bragantina, donde muestra la dureza de esta realidad, enfrentándose directamente a este monopolio que ha estado invadiendo y destruyendo la Amazonia durante los últimos años sin ningún tipo de pudor.

Sirva como ejemplo de arraigo al territorio y resistencia el de una compañera de Cáritas en la diócesis de Bragança, mujer, educadora popular y licenciada en educación del campo, que lleva consigo las marcas de toda una vida de lucha contra estos proyectos pensados para la Amazonia. Cuando era aún una niña, su familia se vio obligada a abandonar el campo donde vivían para que ella y sus hermanas pudieran acceder a la escuela. Su relación con la Casa Común está directamente ligada a su historia de vida, como hija de familia campesina, nacida en el campo (comunidad de Serradão) situado a 60 kilómetros del centro municipal de Bragança, donde desde muy pequeña ya contribuía en las tareas más ligeras, iniciando así su admiración por el cuidado de la tierra, la siembra, la plantación, y la cosecha; forjándose de esta manera en la vida cotidiana amazónica, en una relación directa con la madre tierra y el saber tradicional. La leche era garantizada por las vacas y las cabras de la familia, y la mayor parte de la comida procedía de sus propios cultivos. En ese momento ella misma no era consciente de su propia realidad, pero todo ello era parte de su vida cotidiana.

En los últimos años, el desafío ha aumentado con la llegada del agronegocio a las regiones donde viven cientos de agricultores. Es una disputa feroz e inhumana para estas familias que trabajan con la agroecología. La lógica del capital trae consigo el monocultivo, los pesticidas y la deforestación, obligando a las familias a abandonar sus tierras.

Por todo ello, Cáritas desempeña un papel fundamental en la vida de estas personas, porque las acoge, enseña, acompaña, orienta y forma. Las personas de Cáritas Bragança tienen esta relación directa con estas familias. A lo largo de estos 14 años han sido muchos los retos a los que se enfrentaron para cuidar de nuestra casa común. Como defensa, Cáritas ha optado por invertir en formación, por lo que estas familias de la feria de agricultura familiar han realizado 6 meses de estudio sobre agronegocio. En estos momentos, ya están previstos otros cursos de formación con otras poblaciones, como los pescadores y pescadoras, marisqueras y marisqueros, para que puedan defender en el lugar en el que viven desde tiempos inmemoriales.

La sabiduría de los campesinos y campesinas es muy importante para sistematizar su forma de vida, la manera de producir y de preparar los alimentos; así como con la relación de todos los elementos de la naturaleza: el camino de las hormigas, las formas de las hojas, o el propio tiempo queda influenciado por la luna en el período de siembra y cosecha, como aprendieron de sus antepasados. Otro elemento significativo es la sensibilidad provocada por la percepción de la mística de la propia naturaleza, es decir, todo aquello que se encuentra rodeado por las aguas, por los ríos, la selva, y el reconocimiento de los encantados que influyen en los horarios cotidianos, como pueda ser ir a buscar agua, bañarse, o bien la danza de las aguas que vigorizan, energizan y proporcionan una sensación espacial por el entorno natural. Ese conjunto enigmático de costumbres amazonidas deben considerarse a la hora de la producción en y con la naturaleza.

Otra de las preocupaciones que nos traslada Cáritas-Bragança es el fenómeno de emigración de los jóvenes y el envejecimiento del campo, un factor muy preocupante, ya que: «Si el campo no cultiva, la ciudad no come ni cena» (Se o campo não planta, a cidade não almoça e não janta). El infortunado pensamiento de la idea de que el campo es un lugar atrasado, del cual los jóvenes tienen que marcharse, puede provocar un caos social como es el proceso de abandono del campo (el vacío) y la concentración de personas en las zonas periféricas de las ciudades. En esta región ya se observa la escasez de producciones, como la tradicional harina de mandioca[2] de Bragança, que es una marca que se vende en muchos lugares, así como la exportación de pescado para otras regiones y países.

En la constante búsqueda por comprender la relación entre los jóvenes campesinos en el contexto de la Agricultura Familiar que han emigrado para invertir en sus estudios, se abordan cuestiones relacionadas con las transformaciones, los límites y los desafíos para que los hijos e hijas de los agricultores permanezcan en la misma profesión que sus padres. Así como, también repercute en las desigualdades sociales en el campo y sus consecuencias cuando los jóvenes emigran a zonas de pobreza y vulnerabilidad en las ciudades.

El gran desafío del campesinado es mantener su soberanía desarrollando su territorio con autonomía y enfrentando la hegemonía del capital, sin perder su identidad amazónica en la relación de cuidado con la naturaleza, con la creación y la defensa de los pueblos de la selva. Y para que esto ocurra, es necesario contribuir a su formación personal, política y social, para que también puedan tener las herramientas necesarias para defender nuestra casa común, la selva y la vida.

 

 

[1] Empresa de Assistência Técnica e Extensão Rural do Estado do Pará. Es una empresa del gobierno que presta asesoría a la población de los municipios agricultura, pesca.

[2] Harina hecha de una variedad de yuca. Es la base de la alimentación de la región.