Noticia28/06/2022

Cáritas Diocesana de Orihuela-Alicante muestra su dolor por los hechos acontecidos en la frontera de Melilla.

"En la huida a Egipto, el niño Jesús experimentó, junto con sus padres, la trágica condición de desplazado y refugiado, «marcada por el miedo, la incertidumbre, las incomodidades (cf. Mt 2,13-15.19-23)"

Ante la grave situación vivida el pasado 24 de junio en la frontera de Melilla, tras el intento por parte de migrantes de saltar la valla fronteriza y la represión y violencia sufrida por parte de las fuerzas de seguridad marroquís, Cáritas Diocesana de Orihuela-Alicante se siente consternada por la grave vulneración de los derechos humanos.

Se estima que han sido más de 30 personas fallecidas y más de 100 heridas víctimas de la violencia sufrida para repeler el intento por encontrar un futuro lejos de las situaciones que están viviendo las personas que mayoritariamente huyen de sus países por hambruna, conflictos armados o violencia.

Cuando el control de la política migratoria responde a los intereses geopolíticos, se puede caer en el trato inhumano contra las personas migrantes como ha sucedido en la frontera de Melilla. A muchas de estas personas, a través del trato indigno, la represión y violencia que sufren tanto en los países de tránsito, en Nador y en la frontera, se les impide ejercer su derecho de petición de asilo. En muchos de los casos, la decisión de dejar el país de origen es a menudo una cuestión de supervivencia.

Como decía hace pocos días la secretaria general de Cáritas Europa, María Nyman, con motivo del día mundial del refugiado, “los muros y las vallas en las fronteras no pueden convertirse en la norma. La movilidad humana no debiera percibirse como una amenaza y las devoluciones en caliente deben cesar inmediatamente”.  La respuesta a la crisis humanitaria en Ucrania ha probado que cuando hay voluntad política se encuentran los caminos para una acogida digna.

Con Cáritas Europa, llamamos a los decisores políticos de la Unión Europea a asegurar vías seguras, una recepción dignificada y apoyo para la integración de todas las personas que buscan refugio en la UE, sin importar su país de origen.

Como compartía el Santo Padre Francisco en la carta encíclica Fratelli Tutti, de los migrantes “nunca se dirá que no son humanos pero, en la práctica, con las decisiones y el modo de tratarlos, se expresa que se los considera menos valiosos, menos importantes, menos humanos. Es inaceptable que los cristianos compartan esta mentalidad y estas actitudes, haciendo prevalecer a veces ciertas preferencias políticas por encima de hondas convicciones de la propia fe: la inalienable dignidad de cada persona humana más allá de su origen, color o religión, y la ley suprema del amor fraterno” (FT39).