15/09/2020

DANA, un año después

Ha pasado un año desde aquel fenómeno meteorológico tan terrible que asoló la Vega Baja en septiembre de 2019. Algo que todos recordamos como “La Dana”, que recordamos con dolor, y que no se olvidará fácilmente. Dana fue una de las mayores tragedias climáticas vividas en la zona, en décadas. Localidades enteras fueron arrastradas.

Después de un año, hemos tenido tiempo para reflexionar. “El agua se lo llevó todo” es una frase que en el acompañamiento desde Cáritas hemos oído demasiado a menudo de las personas afectadas. Pero también nos dejó unas lecciones valiosas a las que no podemos dar la espalda. Y ahora que se cumple un año desde que todo esto sucedió, ahora como cualquier otro día, es un buen momento para reflexionar en lo vivido y lo aprendido.

Como siempre, la tragedia se cebó con los más excluidos, y esta vez con una nueva cara de la exclusión. Personas ancianas que viven solas en pedanías y pueblos pequeños, olvidadas por una sociedad que a veces va demasiado deprisa y tiene mala memoria de sus mayores. Son esas personas las que nos han dejado acompañarles desde Cáritas, nos han contado sus historias, nos han dejado luchar con ellas por recuperar algo de lo que perdieron, nos han permitido ver sus lágrimas en el proceso y nos han sonreído con gratitud al sentir que consiguieron salir adelante a pesar de todo, y juntos.

Estas personas que nos han abierto las puertas de sus vidas son algo maravilloso y único. Pequeño a primera vista pero grande en el fondo. Personas maravillosas, que comparten lo que tienen, que sonríen a pesar de sus situaciones, auténticas en su manera de ser, luchadoras y trabajadoras toda su vida. Personas de Fe.

Muchas casas están reconstruidas, como se dijo antes, pero no todas. Aún quedan personas que intentan seguir adelante. Dana dejó entrever muchas debilidades en nuestra estructura social en las que tenemos que trabajar todos, no solo para recuperar lo que se perdió, sino para fortalecernos y poder convivir de una manera tranquila, justa y digna para cada individuo. Aún queda mucho trabajo por hacer para entretejer el Reino de Dios en nuestras periferias. Y no es momento de desviar la vista sino de luchar por lo correcto, con Esperanza y Amor.

“Se lo llevó el agua”… Muchos bienes materiales fueron arrastrados y perdidos. Algunos se han podido sustituir. Otros han tenido que quedar en los estantes de nuestro recuerdo. Pero hay cosas que no se han perdido ni olvidado. La compasión. El compañerismo. El sentir que Dios estaba caminando con nosotros en el dolor. La sensación de que siempre estamos protegidos y recibimos fuerzas desde el cielo. La seguridad de que las cosas que más valen en este mundo no se las puede llevar el agua.

Esas son nuestras lecciones aprendidas; que nunca dejemos de optar por los pobres, Que podemos encontrar algo grande en lo que es pequeño en apariencia, cuán volátiles pueden ser los bienes materiales, y cuánta fuerza tiene la misericordia. Hemos aprendido la necesidad del Amor de Dios.

Gracias a todos los que formáis parte de Cáritas en la Vega Baja. Donantes, voluntarios, trabajadores, participantes… Gracias por hacer ese Amor de Dios presente y tangible. Ha pasado un año desde la Dana, y queda mucho por hacer. Pero estamos juntos, y seguimos adelante.